Por una España en paz, afable y fraterna ¡Exijamos la independencia republicano-socialista!
Definitivamente, no podemos enterrarlos en el mar. No tenemos fuerza y dudo que fuéramos capaces de hacerlo. Ellos sí, no les suele temblar el pulso. Acaban con todo aquel o aquella que se les ponga por delante, incluso si está en un lado sin molestar. Sin sudor en la frente, sin temblor en el pulso.
Dejémosles la hacienda, sus cuentos falsarios, sus tierras y, si así lo desean, que lo desearán, más de la mitad de España. Trasterrémonos todos a la parte restante. Serán nuestros airados vecinos. Intentemos, con vana esperanza, que cunda entre ellos algún ejemplo y levantemos en medio un muro de dignidad, amabilidad y honradez.
Para ellos, todo lo demás. Los Aguirre y Gil de Biedma, los Conde, los Aznares, los March, los de la Rosa, los Alba, los Lara, los Rajoy, los Duran i Lleida endurecidos, los Rossell, los Cortina, los Godó y toda esa inmensa ralea, que se devoren entre ellos, que compitan a muerte, que busquen saciarse del trabajo de los otros, que exploten hasta la última gota, hasta el último leucocito de su sangre. No hay esperanza de reconversión ni de respeto. Han decretado la obsolescencia del ser humano (y de casi todas las especies vivientes, de la vida en general).
No tienen límite ni admiten limitaciones. Contratan sin papeles, pagan 23 euros por jornadas de 11 ó 12 horas, culpabilizan a los propios trabajadores por los accidentes fabriles, los trasladan a 200 metros de los hospitales, les hacen mentir, limpian sus brazos extirpados de cualquier manera y los arrojan con rabia a la basura. No se arrepienten, volverían a hacer lo mismo, exactamente lo mismo, sin protón ni instante de mala conciencia. El preciado penique vertebra su mente desde el alba hasta la noche. El mal obrar no figura en su diccionario. Proclamas y cantos litúrgicos les amparan.
Vayámonos todos. Construyamos un mundo afable, con lentitud, sin competitividades suicidas, cuidándonos y cuidando, estudiando, aprendiendo, errando, con tiempo para el amor, la amista, la esperanza y el trabajo digno.
A Manuel Sacristán, de mayor, le gustaba citar unos versos de Guillevic:
Por las noches, para no perder sentido, para no olvidar su odiosa realidad, recordemos su maldito y odioso baile de muertos.
PS: Ni que decir tiene que si existiese alguna dignidad institucional, el jefe del estado, su consorte, su secretaria opusdeista, el presidente del gobierno, éste mismo en pleno, los presidentes de todas las comunidades, el parlamento del Estado, apoyarían y se solidarizarán con Franns Melgar, y el país entero, todo él, decretaría una semana de luto nacional. Agenda cultural: nuestra cosmovisión mínima, básica, debe ser un humanismo solidario que no maltrate especies próximas.
Luego, nos levantaríamos tarde, pero mejor, de otra manera, y anunciaríamos el firme propósito de construir y vivir otra cosa enterrando para siempre un pasado de injusticia, dolor, muerte y explotación.
Dejémosles la hacienda, sus cuentos falsarios, sus tierras y, si así lo desean, que lo desearán, más de la mitad de España. Trasterrémonos todos a la parte restante. Serán nuestros airados vecinos. Intentemos, con vana esperanza, que cunda entre ellos algún ejemplo y levantemos en medio un muro de dignidad, amabilidad y honradez.
Para ellos, todo lo demás. Los Aguirre y Gil de Biedma, los Conde, los Aznares, los March, los de la Rosa, los Alba, los Lara, los Rajoy, los Duran i Lleida endurecidos, los Rossell, los Cortina, los Godó y toda esa inmensa ralea, que se devoren entre ellos, que compitan a muerte, que busquen saciarse del trabajo de los otros, que exploten hasta la última gota, hasta el último leucocito de su sangre. No hay esperanza de reconversión ni de respeto. Han decretado la obsolescencia del ser humano (y de casi todas las especies vivientes, de la vida en general).
No tienen límite ni admiten limitaciones. Contratan sin papeles, pagan 23 euros por jornadas de 11 ó 12 horas, culpabilizan a los propios trabajadores por los accidentes fabriles, los trasladan a 200 metros de los hospitales, les hacen mentir, limpian sus brazos extirpados de cualquier manera y los arrojan con rabia a la basura. No se arrepienten, volverían a hacer lo mismo, exactamente lo mismo, sin protón ni instante de mala conciencia. El preciado penique vertebra su mente desde el alba hasta la noche. El mal obrar no figura en su diccionario. Proclamas y cantos litúrgicos les amparan.
Vayámonos todos. Construyamos un mundo afable, con lentitud, sin competitividades suicidas, cuidándonos y cuidando, estudiando, aprendiendo, errando, con tiempo para el amor, la amista, la esperanza y el trabajo digno.
A Manuel Sacristán, de mayor, le gustaba citar unos versos de Guillevic:
No hemos dicho nunca que vivir sea fácilSea así. Esperemos y construyamos algo distinto.
ni que sea sencillo amarse.
Pero será todo muy distinto.
Por lo tanto, esperamos
Por las noches, para no perder sentido, para no olvidar su odiosa realidad, recordemos su maldito y odioso baile de muertos.
PS: Ni que decir tiene que si existiese alguna dignidad institucional, el jefe del estado, su consorte, su secretaria opusdeista, el presidente del gobierno, éste mismo en pleno, los presidentes de todas las comunidades, el parlamento del Estado, apoyarían y se solidarizarán con Franns Melgar, y el país entero, todo él, decretaría una semana de luto nacional. Agenda cultural: nuestra cosmovisión mínima, básica, debe ser un humanismo solidario que no maltrate especies próximas.
Luego, nos levantaríamos tarde, pero mejor, de otra manera, y anunciaríamos el firme propósito de construir y vivir otra cosa enterrando para siempre un pasado de injusticia, dolor, muerte y explotación.
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